En los últimos años, los pisos turísticos se han convertido en uno de los temas más comentados en el ámbito inmobiliario y urbanístico en España. El auge de las plataformas como Airbnb, Booking o Vrbo ha revolucionado la forma en la que muchas personas viajan y, al mismo tiempo, ha transformado el uso residencial de miles de viviendas en todo el país. Este fenómeno, con luces y sombras, plantea nuevas oportunidades para inversores, pero también retos para los residentes y administraciones locales.
¿Qué es un piso turístico?
Un piso turístico o vivienda de uso turístico (VUT) es aquel inmueble que se alquila de forma temporal a turistas o visitantes, generalmente por días o semanas. A diferencia del alquiler tradicional de larga duración, este tipo de alojamiento se considera una actividad económica y requiere cumplir con una serie de requisitos legales que varían en función de la comunidad autónoma.
El boom del alquiler turístico
La proliferación del turismo urbano y la digitalización han hecho que muchos propietarios decidan destinar sus viviendas a este tipo de alquiler por su alta rentabilidad. Mientras que un piso alquilado de forma convencional puede generar una renta mensual estable, los alquileres turísticos permiten ingresos más elevados en períodos cortos, especialmente en ciudades y zonas costeras con alta demanda estacional.
Según diversos informes del sector, en ciudades como Barcelona, Madrid, Málaga o Valencia, los pisos turísticos han alcanzado cifras récord en los últimos años. En muchas zonas céntricas, este tipo de alojamientos ya supera en número a las viviendas destinadas al alquiler residencial tradicional, provocando importantes cambios en el tejido urbano y social.
Impacto económico y social
Desde el punto de vista económico, el alquiler turístico puede ser positivo. Genera empleo, impulsa sectores como la limpieza, mantenimiento, hostelería o transporte, y aporta ingresos adicionales a pequeños propietarios o familias que ven una oportunidad de mejorar su economía.
Sin embargo, también tiene consecuencias negativas que no deben ignorarse:
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Aumento del precio del alquiler tradicional, ya que muchos propietarios optan por el uso turístico, reduciendo la oferta disponible.
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Desplazamiento de vecinos residentes en zonas donde la presión turística es muy alta.
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Problemas de convivencia entre turistas y residentes, debido a horarios, ruidos o hábitos distintos.
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Gentrificación y pérdida de identidad en algunos barrios históricos.
Por todo ello, muchas ciudades están empezando a regular el fenómeno, limitando el número de licencias o restringiendo este uso a determinadas zonas.
El caso de Alicante: ¿oportunidad o reto?
En el contexto nacional, Alicante es uno de los destinos donde el crecimiento del alquiler turístico ha sido más notable. Su combinación de clima privilegiado, playas, oferta cultural y gastronómica, junto a precios aún accesibles comparados con otras capitales mediterráneas, ha convertido a la ciudad y a su provincia en un polo de atracción tanto para turistas como para inversores inmobiliarios.
Evolución del alquiler turístico en Alicante
En los últimos cinco años, el número de viviendas de uso turístico en Alicante ha crecido exponencialmente. Zonas como el Centro Histórico, El Barrio, El Postiguet o el entorno del Mercado Central se han convertido en epicentros del alquiler vacacional.
También en los municipios del área metropolitana, como San Juan, Santa Pola o El Campello, se ha visto un notable aumento en este tipo de oferta, especialmente en viviendas cercanas al mar.
Según los datos del registro autonómico, en la provincia de Alicante hay actualmente más de 30.000 viviendas registradas como turísticas, lo que sitúa a la región como una de las más activas en este sector en toda España.
Inversión y rentabilidad
A nivel de inversión, Alicante representa una oportunidad muy interesante. El precio medio por metro cuadrado sigue siendo más bajo que en ciudades como Barcelona o Madrid, pero la demanda turística sigue creciendo, lo que permite a los inversores obtener rentabilidades netas de entre un 7% y un 12% anual, dependiendo de la ubicación, estado de la vivienda y nivel de ocupación.
Muchos pequeños propietarios están renovando antiguos pisos en el centro urbano o zonas costeras para destinarlos a este tipo de alquiler. Además, cada vez más inversores extranjeros —especialmente belgas, franceses, alemanes y neerlandeses— están apostando por comprar propiedades en Alicante como segunda residencia o para destinarlas directamente al uso turístico.
Regulación y licencias en la Comunidad Valenciana
Uno de los aspectos fundamentales para quienes se plantean invertir en pisos turísticos en Alicante es entender la regulación autonómica. En la Comunidad Valenciana, las viviendas turísticas deben registrarse en el Registro de Turismo de la Generalitat Valenciana, y cumplir con una serie de requisitos mínimos de habitabilidad, seguridad y condiciones legales.
Desde 2023, se han implementado medidas más restrictivas para controlar el crecimiento descontrolado de este tipo de alojamientos. Algunas de ellas incluyen:
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Necesidad de licencia municipal específica en ciertas zonas.
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Límites de densidad de viviendas turísticas por área.
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Mayor control sobre la actividad económica para evitar el intrusismo y asegurar estándares de calidad.
Por ello, es clave contar con asesoramiento profesional, tanto legal como inmobiliario, antes de iniciar cualquier operación en este sector.
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